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miércoles, agosto 22, 2012

India 1910: La mirada didáctica del colonialismo


Curioseando en la gran biblioteca en línea que es Archive.org encontré un curiosísimo libro títulado Peeps and many lands of India de John Finnemore (1876-1915), autor muy desconocido fuera del mundo anglosajón. Finnemore, fue un maestro de escuela, que dedicó su vida a la docencia y la escritura de textos dedicados a un público joven. La temática de su obra se centra en la novela de aventuras y las lecturas geográficas e históricas de carácter didáctico, muy recomendables para la educación victoriana.



En esta ocasión se trataba de un libro de 1910 dedicado a las geografía y las gentes de la India. Etnografía de salón y pequeña biblioteca que nos acerca no sólo a la visión desde el punto de vista de la educación colonialisma, que en 1910 todavía estaba vigente, sino a los estereotipos de los exótico encarnados en la Gran India, joya del Imperio Británico. Finnemore nos sumerge de una manera amena en los encantos, la Historia y las tradiciones de este gran país. Recorremos, en menos de noventa páginas, las tierras de Rajastán, los antiguos dominios de los reyes mogoles, las ciudad sagrada de Benarés (Varanasi), y otros muchos lugares cargados de mística y atractivos para cualquier lector o viajero.



Pero la parte más destacable del libro son las ilustraciones de Mortimer Menpes (1858-1938) cargadas de colorido, primer reclamo del texto de Finnemore.  Y es que el australiano era un ilustrador cuyos dibujos no dejaban indiferente al lector. Los trabajos de Menpes, cuasi fotográficos, son un acicate más para la imaginación del lector. El empleo del color apasionado obliga al lector a entregarse a un viaje más allá del conocimiento, sus dibujos invitan a la curiosidad a lanzarse hacía la aventura.


Este texto se presenta al lector sin más pretensión que la divulgar y entretener, pero atrapa, a sus más de cien años la curiosidad de cualquier investigador que puede sumergirse en ella desde varios puntos de vista. El enfoque historiográfico, etnográfico, antropológico, propagandístico, etc. todos pueden ser abordados a través del análisis de estas pequeñas obras casi olvidadas, que a veces la casualidad nos trae de vuelta.

jueves, agosto 18, 2011

Pero esa es otra historia...



Los que ya son asiduos a este espacio saben de mi predilección por el cine y el teatro, así que no se extrañarán de que haya recurrido a una de las películas más míticas de Billy Wilder, Irma la Dulce (1963), y a una de sus frases más recordadas para este batiburrillo veraniego. Decía Moustache el simpático y versátil camarero de esta película (interpretado por Lou Jacobi) que había sido médico, abogado criminalista, pero que esa era otra historia... pues bien, vamos a dar un pequeño paseo por algunas curiosidades y anécdotas para animar este caluroso agosto.

Teorías, teorías... o no

¿Colores que matán?

Viendo "Colores en serie", un documental sobre la percepción del color y su simbolismo, se menciona de la hipótesis de que la muerte de Napoleón fuese provocada, no por un envenenamiento intencionado, sino por uno accidental debido a la alta cantidad de arsénico que contenía la mezcla del color verde emperador, el favorito de Bonaparte y con el que mandó pintar las paredes de sus aposentos en su último encierro en la húmeda isla de Santa Elena.


La "inmortalidad" del forajido

Desde el estreno de Blackthorn de Mateo Gil, han sido numerosos los artículos en la prensa nacional e internacional que han retomado la "leyenda" de Butch Cassidy y su huída de la muerte. Ahora la Agencia AP dice tener pruebas, un manuscrito encontrado por un coleccionista. Habrá que esperar.




Más allá de la ficción histórica...

De novela...

En su sublime novela Bomarzo, Manuel Mújica situa a su personaje principal Pier Francesco Orsini (1523-1583), entre los participantes de la batalla de Lepanto (1571). Sin embargo, el condottiero, también conocido como Vicino Orsini, ya estaba retirado en su palacio de Bomarzo hacía casi veinte años. El personaje literario de Mújica Lainez, habría nacido en 1512, once años antes que el personaje real. El lector avezado puede encontrar otras disgresiones históricas a lo largo de su lectura, yo no diré más para no desvelar detalles fascinantes de esta novela, que por otro lado es un ejercicio de recreación histórica fantástico.


martes, junio 14, 2011

Notas de un viaje: Toro. El ajuar de Doña Teresa Gil





Visitando la villa de Toro este fin de semana, además de sus fantásticos monumentos, me he llevado una grata sorpresa, mejor dicho, más de una, pues simplemente la visita a la Colegiata y a su fantástico pórtico que conserva la policromía gótica ya son un regalo. Por no hablar de haber podido ver una pieza como "La Virgen de la Mosca", o de lo que supone un paseo por sus calles. Pero la mejor sorpresa de este estupendo viaje ha sido el "encontrarnos" con la figura de Doña Teresa Gil.

Esta dama portuguesa fue amante de Sancho IV, y Ricahembra de Castilla, señora de Zaratán y Arroyo, y mujer que gozó de la estimación de la corte castellana. De origen noble pero ilegítima, algunos la consideran hija de un noble portugués que se había ganado la confianza y el aprecio de Alfonso X; para otros habría sido una de los numerosos hijos ilegítimos del rey portugués Afonso III. La realidad es que esta mujer pasó el resto de su vida en tierras castellanas, pues se tiene constancia de su presencia en la corte en 1276. Doña Teresa falleció en 1307 y había establecido, entre sus muchas mandas testamentarias, la fundación del Convento de las Madres Dominicas de Sancti Spiritus en Toro, donde dispuso que se la enterrase en el coro, como ocurrió en 1345, cuando se produjo el traslado definitivo de sus restos desde el monasterio de Santo Domingo de Zamora.

En su sepulcro descansaba, pese a la profanación que había sufrido en 1868, y tras la restauración por parte de la Escuela Superior de Conservación y Restauración de Bienes Culturales, se pueden apreciar sobre el sarcófago los restos de las pinturas y la imagen de una procesión o cortejo fúnebre. En 2002, cuando se procedió a la exhumación se encontraron con la sorpresa de que el cadáver de la gran dama portuguesa estaba momificado y sus ropas se conservaban en bastante buen estado, pese a llevar enterrada casi 700 años. Recuperadas todas las piezas para su restauración, por parte del Departamento de Tejidos del Instituto del Patrimonio Histórico Español (IPHE), se volvió a dar sepultura a Doña Teresa con un hábito dominico.


Las piezas, una vez restauradas se pudieron admirar en el Museo del Traje en su vitrina Tesoros del pasado, en 2007, pero actualmente ya se encuentran en el museo del Convento de Sancti Spiritus, donde hemos podido verlas.

El estado de conservación de las prendas es increíble y el trabajo de restauración ha sido muy minucioso. Un vestido de seda verde impresionante, como se puede ver por las imágenes, que nos permite imaginar a la gran dama, paseando por el recinto, que no pudo ver construir en vida. La importancia de esta hallazgo reside en que es una pieza única que nos permite conocer la vestimenta de las mujeres de la alta nobleza castellana de comienzos del siglo XIV. Destaca también una particularidad de nuestra protagonista, y es su altura. Con 1,64 m Doña Teresa era una mujer muy alta para la época, si a esto le añadimos el uso por parte de las damas de chapines de corcho altos, para sus contemporáneos la portuguesa debía ser una mujer imponente.
Junto a esta prenda se conservan la camisa (ropa interior), algo más dañada; los guantes de piel de cabritilla; el tocado de la cabeza; parte de un pequeño cojín, las tiras de piel de cabra que cubrían las piernas haciendo las veces de medias y una pieza muy característica de las mujeres de rango que a modo de chaleco cubría el vestido.
Un testimonio fascinante de la vida cotidiana de hace casi siete siglos.

***
La nota personal:

Mi más sincero agradecimiento a Sor Lola, y a todas las hermanas, por la estupenda visita al Museo y la estancia.

martes, marzo 01, 2011

Una de fantasmas: El ente dilucidado de Fray Antonio de Fuentelapeña



Es bueno en esta profesión seguirse sorprendiendo con lo que descubrimos día a día. Hace un par de tardes me hablaron de un libro sumamente curioso no sólo por su temática, sino por la fecha de publicación. Se trataba de "El ente dilucidado. Discurso único novíssimo que muestra ay en naturaleza animales irracionales invisibles y quales sean" que se dio a imprenta en 1676, siendo nada más y nada menos obra del capuchino Fray Antonio de Fuentelapeña (en el siglo Rafael Elías de Arias y Porres), (1628-1702) zamorano e hidalgo de nacimiento, que había sido Provincial de su orden en Castilla (1).

Ya hemos hablado otras veces de la percepción literaria que hay, sobre todo en el siglo XVII, del fenómeno o del monstruo, pero hasta ahora no habíamos hablado de ningún ejemplar "cientifista", pues el autor trata de fundamentar su testimonio en fuentes antiguas aceptadas como válidas por los hombres de ciencia de su época. Y es que resulta muy llamativo que en Castilla en pleno siglo XVII sea un fraile el que se ocupe de estudiar fenómenos naturales y "sobrenaturales" del más variado género, como la existencia de duendes o la percepción de los animales y algunos actos dignos de mención. Valgan como muestra para entender el tono de este libro un par de fragmentos:

De los fantasmas en los ciminterios (fuegos fatuos) :

"Confirmase lo quinto: porque de los cuerpos difuntos enterrados de poco tiempo, suelen salir semejantes fumosidades, que encendidas con el antiparistasis se ven sobre los sepulcros clarificadas (...) Y el que tomen la proporción del cuerpo humano en la estatura, prouiene, o ya porque dichas exhalaciones tienen propensión simpática, a tomar cada una el lugar que le toca, según el miembro de quien se originaron, o porque (y es lo más seguro) según la cantidad que de un cuerpo puede salir solo piden semejante proporción(...)" pp. 460-461.

Duendes, trasgos y otras acepciones:

"(...) Supongo lo tercero, que a estos duendes, en Castilla les llaman Trasgos; en Cataluña, Folletos, que quiere decir espíritus locos (...)"p. 43.

Lo cierto es que tuvo bastante repercusión y creo cierta polémica. La respuesta airada y burlona del capitán Don Andrés Dávila Heredia no se hizo esperar, aunque tuvo poca tirada. Su libro en el que tachaba al padre capuchino de trivialista, vacío y vanal, ya que "la materia de duendes, ni es material, ni corpulenta", parecía ofenderle al militar el planteamiento como si se tratase de una obra científica de aquellos temas (2). Pero no sólo tuvo detractores, el escritor Juan de Varela diría de él que "no hubo jamás ingenio más invencionero ni atrevido, ni memoria más rica de erudición, ni desenvoltura científica más grande". Tanta será la admiración de Varela por el fraile zamorano que le convertirá en un personaje central de su relato El duende beso (1897) y le menta en otras de sus obras como Las ilusiones del doctor Faustino (1875). También A. Castro hablará de él en el prólogo del LXV volúmen de la BAE y en 1860 el Catálogo bibliográfico biográfico del teatro antiguo español de Cayetano de la Barrera, decía en la entrada dedicada al propio Dávila, el "famoso libro del padre Fuente la Peña (tan apreciado y buscado modernamente por los filósofos alemanes)" (3).

Notas:
(1) Una biografía más amplia y detallada puede encontrarse en la web de la localidad de Fuentelapeña.
(2) Para ampliar la información sobre este libro debe consultarse el blog de Diego Mallén.
(3) C. Barrera. Catálogo bibliográfico y biográfico del teatro antiguo español. Desde sus orígenes hasta mediados del siglo XVIII. Madrid, Imprenta de M. Rivadeneyra, 1860. p. 121

Para consultar las obras en edición facsímil:

lunes, enero 17, 2011

Batiburrillo para empezar el año...

Después de una semana de improvisado asueto, regresamos. Y para empezar bien el año, he decidido dedicar esta primera entreda de 2011 a recoger unas cuantas curiosidades que siempre viene bien para avivar el interés. Quizás hubiese sido más apropiado titular estás líneas con uno de esos "¿Sabías qué?", pero nunca me ha gustado demasiado el tono de ese tipo de entradas, así que me limitaré a presentarles, todo lo coherentes e hiladas que sea posible, las siguientes historias.

Teatro, política y otras "drogas"


El teatro levanta pasiones y en la Francia de 1830 la obra de Víctor Hugo (1803-1885), Hernani, se convirtió en una cuestión polémica, símbolo político y literario, fue a la vez una crítica social y un retrato del romanticismo que estallaba en esos momentos como respuesta al clima sociocultural y político de la Europa del momento.

La "batalla", que así se calificó, entre románticos y clasicistas a causa de este drama dio muchos quebraderos de cabeza al autor, que llegó a recibir el apoyo y el reconocimiento de Chateaubriand que asistió al estreno. Tal fue la controversia generada que en la prensa la crítica la convirtió en un debate político y fue el pretexto para algunos lances de honor. Así lo narra en las Memorias de Víctor Hugo por un testigo de su vida, su esposa Adele Hugo (1806-1868):

"Víctor Hugo no cesaba de recibir cartas: en unas le prometían gente dispuesta a aplaudir; en otras, le amenazaban. Los diarios comparaban el drama con la política. Un redator del "Correo francés" le decía al autor: - Hay en Francia dos hombres muy odiados: Polignac* y vos. El combate se extendió a las provincias. En Toulosse, un tal Batlam tuvo un duelo por el "Hernani" y fue muerto. En Vannes, un cabo de dragones hizo este testamento: Que pongan en mi tumba: "Aquí yace uno que creyó en víctor Hugo"


Un dato curioso de la obra de Adele, que nos da una idea de la popularidad del escritor francés, es que se publicó en Francia en 1863 y ese mismo año ya había sido traducida al castellano por Nemesio Hernández Cuesta. Dos años más tarde ya se habían hecho varias ediciones revisadas o se presentaba acompañando algunas recopilaciones dramáticas del autor.

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También polémico y cargado de contenido político estuvo el estreno de la Electra (1901) de Benito Pérez Galdós (1843-1920). Madrid se llenó de gritos anitclericales. El público dividido, un hecho real tomado como pretexto para una denuncia de una realidad social, y un ambiente tenso y expectante tras el mazazo del 98. Fue utilizada como incluso como marca publicitaria y Maeztu, Valle-Inclán, Machado y Baroja fundaron un periódico literario con este nombre. Poco sospechaba el autor que su trabajo iba a alcanzar un reconomiento tan grande entre los jóvenes intelectuales que le adoptaron como padre e inspirador de sus aspiraciones y portavoz encendido de sus ideas.

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Nota:
* El Príncipe Jules de Polignac (1780-1847). Político francés ultramonárquico.


Bibliografía:



De reyes, reinas y política Europea. Asuntos de familia.


El zar de rusia (izda.) y el rey de Inglaterra (dcha.)
ambos nietos del rey Christian IX de Dinamarca.


Hay semejanzas casuales y parecidos razonables. Este era lo que ocurría del rey Jorge V de Inglaterra (1865-1936) y el zar Nicolás II de Rusia (1868-1918). En este caso ser primos hermanos y la genética eran las claves. El parecido y el sentido del humor de estos primos le permitía intercambiarse cuando el zar se encontraba de visita en Reino Unido. Ambos príncipes eran nietos del rey Christian IX de Dinamarca. Pese a la estrecha relación que parecía haber entre ellos, con el estallido de la Revolución Rusa, la negativa de Jorge a acoger en Inglaterra al zar y su familia hizo que su amistad se quebrase, tras la decepción de Nicolás, y que la situación acabase en el fatal desenlace de la ejecución de la familia real rusa.

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Christian IX (1818-1906) fue apodado el Abuelo de Europa, apelativo que debe compartir con la reina Victoria I (1819-1901), la Abuela de Europa, que con sus numerosísimas familias y sus respectivas políticas de alianzas habían sembrado Europa con sus hijos e hijas. La política europea a partir de 1880 se convertería en un complicado asunto de familia en el que habría implicados (o más bien complicados) demasiados príncipes ingleses y daneses. Las dinastías gobernantes de Rusia, la futura Alemania, Grecia, e incluso España; los pretendientes al trono de Francia; los ducados de Hesse, Sajonia-Coburgo, y el principado de Hanover, todos acabaron teniendo a la cabeza o como consortes a algunos de sus descendientes.

La complejidad de las relaciones políticas fue una herencia destacada, pero la hemofilia, transmitida por los descendientes de la reina británica, fue el legado negativo que la acompañaría como parte le leyenda negra de la Historia de las monarquías europeas en la primera mitad dle siglo XX.


Bibliografía:
  • Robles do Campo, C."Un antepasado común para Europa" en Anales de la Real Academia Matritense de Heráldica y Genealogía. T. I. Madrid, 1991. pp. 140-271.
  • Comellas, J.L. , y Redondo, G .Historia universal. 11, De las revoluciones al liberalismo. La época romántico liberal. Pamplona, Eunsa, 1984.

sábado, noviembre 27, 2010

Rescatando a Aby Warburg...


Cuando Abraham Moritz Warburg (Aby Warburg, 1866-1929) murió en 1929 tenía 63 años, pertenecía a una acaudalada familia judía, estudiante ávido realizó un periplo por varias universidades europeas para completar su estudios de Historia, Filosofía y Religión. Warburg y su Museo Mnemosyne han sido un referente para la Historia del Arte, aunque durante años habían sido olvidados, al menos en apariencia.

Su biografía, tocada por la locura y los conflictos en los que se vio envuelta Alemania en el primer tercio del siglo XX, y su estilo, refinado y difícil, le convirtieron entre sus contemporáneos en el "Grand Seigneur de los sabios". Hoy con la publicación y traducción de su obra, más de ochenta años después de su muerte su búsqueda de los orígenes y la esencia del arte y la cultura en sus formas. Y a pesar del olvido Warburg continuó presente en el debate historiográfico, aunque fuera de forma indirecta, también en la iconografía hay polémicas.


http://www.publico.es/culturas/348590/el-atlas-infinito-de-un-mundo-troceado

http://www.elpais.com/articulo/portada/Aby/Warburg/inventor/museo/virtual/elpepuculbab/20100501elpbabpor_25/Tes

martes, noviembre 23, 2010

Cien Años del nacimiento de Jaume Vicens Vives


Se cumple el primer centenario del nacimiento de uno de los grandes historiadores españoles, el profesor Jaume Vicens Vives (1910-1960), mucho se ha dicho ya en estos últimos días sobre esta gran hombre cuyas ideas aún están plenamente vigentes. Desde Nonnullus queremos contribuir a este homenaje recordando uno de sus textos. En el prólogo de su Aproximación a la Historia de España (1962/pp16-18.) decía:

"(...) Creemos fundamentalmente que la historia es la vida, en toda su compleja diversidad. No nos sentimos', por lo tanto, atados por ninguna prevención apriorística, ni de método, ni de especulación, ni de finalidad, Despreciamos el materialismo por unilateral, el positivismo por esquemático, el ideologismo por frívolo. Intentamos captar la realidad viva del pasado y, en primer lugar, los intereses y las pasiones del hombre común".

La experiencia de estos últimos años, comprobada en la producción historiográfica española y extranjera, nos induce a reafirmarnos en nuestro postulado. Pero para abarcar la vida es preciso definir un método apropiado. Ante la de un individuo, basta conocer lo principios fundamentales del nuevo sistema biográfico: el tiempo presente (la coyuntura) abismándose en el hombre y éste reaccionando frente al espacio y el ambiente generacional,según sus posibilidades psicológicas. Pero la dificultad se acrece cuando tratamos de medir el pasado del hombre común.


La vida colectiva no puede descifrarse si no recurrimos, como primer instrumento, al método estadístico. En la historia, la estadística no es la mera acumulación de cifras; es el arte de aplicar porcentajes y constantes, promedios y coeficientes. Sirve para definir claramente el número de veces que los hombres reinciden en los mismos actos, aunque sin implicar que estos mismos hombres condenen, quizá, las cosas que realizan. Sirve para establecer las zonas de mayor afluencia de sucesos. Sirve, sobre todo, para cifrar los intereses materiales y espirituales de la Humanidad. Y esto es lo que pesa en la Historia.No me duele, pues, repetir, que "es esencial para determinar valores, riquezas y mentalidades'' y que "sin recurrir a él, a través de minuciosos análisis de precios, salarios, inclinaciones políticas y tendencias culturales, es imposible comprender nada"

Nada, bien entendido. Imaginémonos que estuiamos un período, un reinado o un país. Es de escasísima importancia que nos fijemos en un aparatoso hecho militar o político. Dos derrotas sucesivas en los campos de batalla de este siglo no han mermado el peso de Alemania, en el concierto europeo. Por definición, ningún cuerpo institucional revela el rumbo de la historia: gloriosos nombres han amparado sucesivos momentos de esplendor u decadencia.

En cuanto a la medida ideológica, se puede incurrir en gravísimo error al afirmar que cinco, diez o veinte intelectuales, sea cual sea su talla mental, representan un reinado, una sociedad o una generación. Ni veinte en el siglo XVIII, ni mil en nuestra centuria. Toda clase intelectual sólo se representa a sí misma en cuanto a producción literaria (cuando un intelectual actúa en política o toma el tranvía el caso es distinto, pues se mide en función de su nueva actitud).En consecuencia, es preciso determinar los intereses que aquél sirve en su ocupación específica, los cuales son, en primer término, de tipo humano: intereses directos, vinculados al empleo y el cargo; intereses de los clanes de que forma parte presión material y moral de quienes depende; complejos psicológicos como rutina, miedo, ambición, envidia;intereses de tipo espiritual concreto, etc. Por tanto, al tratar de establecer una historia ideológica generacional no se puede incurrir en el defecto de generalizar y decir "Tal pensaba Zutano, tal pensaban todos". La Historia de la ideas es mucho más capilar, y para abarcarla es preciso extender la investigación e ir a la consulta de archivos neutrales, o sea aquellos que reflejen ingenuamente la "pluralidad mental" de nuestros antepasados. "

La profesión en pleno se viste de gala para conmemorar este centenario y recordar a un hombre que no no fue sólo un historiador, sino un maestro de historiadores. Para acabar varios enlaces, con una entrevista a Sir John Elliot en la que elogia la labor de Vicens Vives y el documental de la serie Imprescindibles, que sobre su figura emitió la 2. ¡Qué lo disfruten!



domingo, noviembre 07, 2010

De cabezas y calabazas... Sátira, inquina y política

Retrato de un joven Manuel del Palacio y Simó

Cuando el periodista Manuel del Palacio (1831-1906) prologaba su obra Cabezas y calabazas (1864), le añadió el extenso subtítulo de "Retratos al vuelo de las notabilidades en política, en armas, en literatura, en artes, en toreo, y en los demás ramos del saber y la brutalidad humana, seguidos de varios cuadros de costumbres más o menos políticos y pintados al fresco por Manuel del Palacio y Luis Rivera", algo pretencioso quizás, pero muy descriptivo de lo que sus autores pretendán. Bien imaginaba, como buen polemista que ciertos retratos iban a hacer mella y a levantar ampollas entre los aludidos.

Ambos periodistas, Palacio y Rivera, acababan de fundar uno de los iconos del humor gráfico español, la mítica revista Gil Blas, de corte republicano, y se habían colocado de esta manera en el ojo del huracán periodístico del momento.

En la introducción caracterizan al libro como una obra de historia y de educación, pues ponía de manifiesto algunos aspectos que debían tenerse en cuenta y de los que podía aprenderse mucho. Un fragmento dice así:

"El libro que te ofrecemos,
público amigo y señor,
es un tratado de historia
y á la par de educación.
De historia, porque en su fondo
encontrarás mas de dos
dignas de ser estudiadas
á la clara luz del sol,
y que han de moverte á risa
ó agravar tu mal humor,
lo único á que aspiramos
mi amigo Rivera y yo.
De educación , porque el hombre
de talento más precoz,
tan solo al verlas en otro
vé sus faltas como son. "

De entra los muchos retratos que hacen a lo largo de las más de doscientas páginas que tiene esta obra, pocos son los políticos, artistas e intelectuales del momento que escapan con bien de este lance, y muy pocos los que no se mencionan en estos versos. Intereses velados, o no; rivalidades políticas y personales salen a la luz , todo ello hilado con un humor punzante, que no siempre se luce en una rima acertada, pero que por lo general, siguiendo la premisa de los epigramas cumple su función. Es una obra muy recomendable para empaparse del ambiente político y cultural previo a 1868, aunque algunas opiniones de Palacio y Rivera son discutibles, la popularidad de sus escritos es un dato a tener en cuenta.

Aquí van algunos de los más destacados:



Juan Bravo Murillo (1803-1873)

Su política no alabo,
pero nadie negará
que fué el ministro mas bravo
de cuantos visten el frá.
Dar quiso un golpe de gracia
al Estado en su fiereza;
alzó el brazo, y ¡oh desgracia!
se dio el golpe en la cabeza.



Emilio Castelar (1832-1899)
Es demócrata y moral,
pone al pueblo en movimiento
su elocuencia virginal,
baria un gran general ...
pero dentro de un convento.





Antonio Cánovas del Castillo
(1828-1897).
Con agua del Manzanares
escribió cierto programa;
pero ¡ay ! ¡qué pronto se borra
lo que se escribe con agua !




Práxedes Mateo Sagasta (1825-1903)
En el progreso se alista,
y La Iberia es su deidad;
adora á la libertad,
pero como progresista.




Juan Prim (1814-1870)

Gran corazón , buena espada,
pero espíritu agitado
que jamás se fija en nada;
hace mas que otro soldado
si le dan mayor soldada.



José Zorrilla (1817-1893)
Negra melena, pálido rostro,
él era un vate todo ideal;
ave agorera de viejas ruinas,
no hallando espacio donde volar,
harto de ruinas y harto de viejas
se fué á la Habana... sin su mitad.




Carolina Coronado (1820-1911)

Tierna, discreta, sensible,
yo te admiro, Carolina,
pero, ¡ay! me das mucha pena
cuando me hablas de política.




jueves, noviembre 04, 2010

Reliquias de reyes, reliquias de santos... y revolucionarios


La curiosa noticia de la calabaza con la sangre de Luis XVI y el interés por el coleccionismo llevado hasta el extremo de la aristocracia ilustrada y decimonónica me recordó un interesante pasaje de una estupenda obra de Alejandro Dumas, padre, titulada Los Mil y un fantasmas (1849), en cuyo primer volumen se reproduce la siguiente escena:

"El señor Ledrú se fue directamente a su bufete y abrió un inmenso cajón en el cual había multitud de cajitas...

-Mirad, me dijo, he aquí para vos, el gran aficionado a la historia, algo más curioso todavía que el mapa de la Ternura esta colección de reliquias... no de santos, sino de reyes.

En efecto, cada cajita encerraba un hueso, cabellos o pelos de la barba. Había una rótula de Carlos IX, el pulgar de Francisco I, un fragmento del cráneo de Luis XIV, una costilla de Enrique II, una vértebra de Luis XV, pelos de la barba de Enrique IV, y cabellos de Luis XIII. Cada rey había proporcionado una muestra, y con todos aquellos huesos se hubiera podido recomponer un esqueleto que habría representado perfectamente, el de la monarquía francesa, a quien desde hace mucho tiempo faltan los huesos principales. Había además un diente de Abelardo y otro de Eloísa, dos blancos incisivos, que, en la época en que estaban cubiertos por trémulos y ardientes labios, se habían quizá encontrado reunidos en un beso.

¿De dónde provenía aquel osario? El señor Ledrú había presidido la exhumación de los reyes en San Dionisio, y tomó de cada tumba lo que mejor le pareció."

De todo lo que rodea a las reliquias de santos y al universo de la picaresca que las envuelve hemos oído hablar alguna vez. ¡Quién no recuerda, pues una vez que se ha escuchado este relato no se olvida, la procesión de cadáveres incorruptos o momificados, "cónclave familiar" de los Austria españoles, frente a Carlos II, que ya había tenido sus experiencias con otras muchas reliquias y cuerpos de santos (San Isidro y San Diego de Alcalá)!.

Así lo cuenta C. Fisas en su Historia de reyes y reinas rescatando las palabras de F. González-Doria en su libro Las reinas de España (1978) p. 250:

"En el monasterio de El Escorial, con motivo de inaugurarse los panteones de los reyes y de los infantes, se procede al traslado de los cadáveres allí depositados, que debía ser con templado por el rey Carlos II para que, a la vista de tales despojos humanos, se pudiese liberar de los demonios que lo poseían. "Este [el rey] contempla lo que en cada uno de los féretros queda de su primera esposa, de su padre Felipe IV, de sus abuelos Felipe III y doña Margarita; de sus bisabuelos Felipe II y doña Ana, y de sus tatarabuelos los reyes emperadores don Carlos y doña Isabel. De todos aquellos despojos, alguno momificado y en buen estado de conservación, como es el caso del emperador, los que más honda impresión causan en Carlos II son los de su amada esposa la reina María Luisa, consumida y desfigurada a los nueve años de haber fallecido. Y el pobre Carlos se pasó toda aquella noche gimiendo y diciendo a gritos: "¡María Luisa! ¡Mi reina!...""

Superstición macabra, pero el punto pintoresco del relato de Dumas no es otro que el de reducir la Historia de Francia a microfragmentos, muestras de un pasado glorioso que se difumina, lo que supone para el autor un paso más, aún siendo este relato una ficción, pues se trata de una justificación cientifista del hecho. Historicismo liberal puro y duro. Y hay quién se sorprende aún con estudios como los del ADN de los Medici, Cristóbal Colón o las búsquedas de los restos de Mozart, Cervantes, etc, y esta prospección científica todavía está justificada. Pero, ¿qué ocurre con los cazadores de reliquias?Es llamativo que la literatura decimonónica recoja episodios, aún ficticios, como éste, que la realidad nos demuestra que bien pudieron ser ciertos. Hay quien también puja por un pedazo de Historia. La sociedad se aferra a cierta Historia personalista que sacraliza a sus personajes y tiende a darles un cierto culto a través de sus "reliquias". Para muestra un botón, Napoleón y sus múltiples pedazos repartidos por el mundo, desde el prepucio hasta un fragmento del estómago. El "merchandising histórico" comenzó con la fiebre del romanticismo, igual que se crearon los mitos históricos de los nacionalismos...

jueves, agosto 12, 2010

Mitos del Romanticismo: El duelo

Duelo entre Oneguin y Lensky. Ilia Repin (1899)

Siempre hay imágenes y tópicos asociados a períodos determinados. En el caso del siglo XIX hay una particularmente polémica, la figura del duelista romántico. Mitad poeta, mitad caballero de folletín que se bate por su honor y su nombre, o por algo menos prosaico, por amor, de noche, en medio de la niebla o en un bosque apartado. No es ésta precisamente una de esas evocaciones basadas en una mera ficción literaria, los lances de honor, donde estaban muy presentes la vergüenza y la muerte, fueron bastantes comunes durante todo el siglo.

No vamos a remontarnos a la génesis del duelo ni su relación con las justas medievales ni las ordalías, pues sería muy largo y complejo analizar un concepto como el del honor. Sin embargo, debo hacer hincapié sobre la vasta producción jurídica o puramente literaria que se ocupó de estos del tema a lo largo del siglo XIX, cuando la figura del duelo legal había sido prohibida y se trataba de sucesos clandestinos sujetos a diferentes penas y multas. La opinión pública estaba dividida, y de la condena a la justificación había un paso.

"Frecuentes hasta el extremo y acaloradas en demasía han sido las discusiones y controversias que han sostenido sabios legistas y filósofos, sobre si el duelo debe ser considerado como delito, y las penas con que, en caso afirmativo, debiera conminarse, sin que hasta el día se hayan podido sentar de un modo concluyente bases firmes y sólidas en que descanse la defensa o la condenación del duelo.

Así hemos visto que mientras unos le combaten como un horrible crimen, hijo de las preocupaciones de una sociedad desmoralizada, otros le ensalzan, considerándole como la más evidente manifestación del principio de virtud y de honor que constituye el sello peculiar de las modernas sociedades; a la vez que por aquellos se reclama contra los duelistas la inflexibilidad de los Códigos y las más severas penas, éstos han pretendido en absoluto su impunidad; y en tanto que unos anatematizan a los que se baten en duelo, otros los ensalzan y los honran, como si a precio de su sangre, o la de sus adversarios, hubieran obtenido un título incontestable a la pública estimación. " (E. Sierra Valenzuela).

En España encontramos un amplio elenco de ensayistas y juristas que lo analizan. Podemos destacar trabajos como Duelos, rieptos y desafíos de Enrique Sierra Valenzula (1878), Ofensas y desafíos de Eusebio Yñiguez (1890) o el Prontuario del duelo de Ángel Murciano (1903), uno de los últimos ejemplares de esta especie ensayística, serán un buen ejemplo del arraigo de esta costumbre todavía, no sólo en nuestro país, sino en toda Europa. En esta obras se expone de forma detallada la normativa, la posición de la legalidad vigente en el momento ante este tipo de actos, las armas, las ofensas que lo justifican, y las excepciones. De lo que se deduce que hasta las primeras décadas del siglo XX era común aquello de "lavar las ofensas con sangre", todo ello dentro de una determinada clase social, porque el duelo, asunto entre caballeros, queda para aristócratas, burgueses ennoblecidos y gentes con mayor celo de su reputación pública.Y eso que España este tipo de desafíos había sido prohibido en 1757.

En el caso de la imagen literaria del duelo son numerosos los ejemplos que nos ofrece la literatura universal, con dispar resultado. Así Tolstoi, en Guerra y Paz, lo usa como vehículo del honor, algo usual, y del perdón, algo más insólito, una vez que lo ha censurado; Dumas lo convierte en una suerte de sacrificio de amor, con desenlace benigno, en el Conde de Montecristo, y en motivo de burla y encuentro en Los tres mosqueteros; Chordelos de Laclos lo usa como medio de redención en las Amistades peligrosas; para Zorrilla es un instrumento de la condenación de Don Juan Tenorio; y Poe lo presentará como pretexto para la autodestrucción en William Willson. Maupassant, Clarín, Dostoyevsky,Thackeray, Chejov o Jane Austen también incluyeron duelos en sus obras.

Estos autores, también reflexionan, desde diferentes puntos de vista, sobre la moralidad y las motivaciones del duelo. Alexander Pushkin se preguntaba en su obra Eugenio Oneguin, tras describir un fatídico lance entre dos de sus personajes :

"Amigos míos, compadeced al poeta que, en la flor de sus alegres esperanzas, se marchitó. ¿En dónde están la ardiente inquietud, el noble afán de los jóvenes sentimientos y pensamientos, tan elevados, tiernos y valientes?¿En dónde están los deseos tempestuosos del amor, la sed de la ciencia y del trabajo, el miedo al vicio y a la vergüenza? ¿Y vosotras, ilusiones ocultas, fantasmas de una vida celeste, o vosotros, sueños de la poesía sagrada? Tal vez había nacido para el bien de la Humanidad, o, por lo menos, para su gloria; su callada lira hubiera podido resonar a través de los siglos con eterno y vibrante sonido. Tal vez en la escala de la vida tenía un puesto privilegiado. También puede ser que su sombra doliente se lleve consigo el secreto sagrado, y que se apague para nosotros la voz creadora. Los himnos de los siglos y las bendiciones de los pueblos no llegarán a través de la tumba."

Pero ya había sentenciado:

"¿No sería mejor que rompieran a reír antes que sus manos se tiñesen de sangre? ¿No valdría más separarse amistosamente? La enemistad mundana teme a todo trance la vergüenza de un deshonor."

El propio Pushkin será una víctima de su honor, moriría un 29 de enero de 1837, a consecuencia de las heridas de su duelo contra un oficial francés que cortejaba a su esposa. No será el único nombre conocido que sucumba por un convencionalismo social. El matemático Evariste Galois, el político norteamericano Alexander Hamilton, el periodista francés Armand Carrel, el poeta ruso Mijail Lermontov, o Enrique de Borbón y Borbón Dos Sicilias son algunos de ellos.
Entre aquellos personajes que salieron más o menos airosos de uno o incluso de varios de estos desafíos están el Duque de Wellington, el presidente argentino Hipólito Yrigoyen, el periodista Emile Girardin, el primer ministro inglés Willian Pitt, el Joven; el presidente estadounidense Andrew Jackson, los escritores Víctor Hugo, Alejandro Dumas (padre), Marcel Proust y Vicente Blasco Ibáñez; el presidente francés Georges Clemenceau; el pintor Edouard Manet o el filósofo Proudhon. Otros como Mark Twain se libraron por poco de participar en uno de ellos.

martes, mayo 25, 2010

La poesía de Diego Hurtado de Mendoza se hace música

Diego Hurtado de Mendoza. Retrato anónimo, s. XVI.

A veces, nos encontramos con sorpresas muy agradables en los lugares más inesperados, un concierto nocturno, por ejemplo. Cinco siglos después del nacimiento de Don Diego Hurtado de Mendoza (1503-1575), poeta y diplomático nacido granadino, su poesía cobra vida en forma de canción. La cantante Mónica Molina incluye bajo el título "La confianza es amor", una adaptación del poema "Definición de los celos", pieza escrita en quintillas. El nombre de Hurtado de Mendoza saltaba a los titulares hace escasamente un par de meses, cuando Mercedes Agulló, le presentaba como autor, según sus investigaciones, del Lazarillo de Tormes, por ello resulta curiosa ver revitalizada y puesta a disposición del gran público una parte de su obra, aunque ésta sea una parte muy pequeña dentro de sus composiciones varias y su producción en prosa como es el caso de la Historia de las Guerras de Granada. Cierto, que dentro de la historia reciente de la música española ha habido otros adaptaciones parecidas como las realizadas por Serrat con Machado y Miguel Hernández, o las de los textos de Lorca, pero en ningún caso, al menos yo todavía no he tenido noticias de ello, se había hecho tan alejado en el tiempo. Cierto también que el tema, los celos, es lo suficientemente universal para encajar en el repertorio de Mónica Molina. Pero mejor les dejo que sean ustedes los que juzguen esta pequeña curiosidad.

El poema original dice lo siguiente:

Definición de los celos (En quintillas)

Dama de gran perfección,
valor y merecimiento,
aquí, Señora, os presento
aquesta difinición
de celos y su tormento.

Y aunque no sea mi oficio
ni toque a mi profesión,
con entrañable afición
de haceros algún servicio,
diré que son y no son.

No es padre, suegro, ni yerno,
ni es hijo, hermano, ni tío,
ni el mar, arroyo, ni río,
no es verano, ni es invierno,
ni es otoño, ni estío.

No es ave ni es animal,
ni es luna, sombra ni sol,
becuadro, ni bemol,
piedra, planta, ni metal,
ni pece, ni caracol.

Tampoco es noche ni día,
ni hora, ni mes, ni año,
ni es lienzo, seda, ni paño,
ni es latín ni algarabía,
ni es ogaño ni fue antaño.

Y por más no ir dilatando,
ni proceder a infinito,
mil cosas de decir quito,
y ahora iré declerando
lo que de ellos hallo escrito.

Son celos exhalaciones
que nacen del corazón,
sofística presunsción,
que pare imaginaciones
de muy pequeña ocasión.

Es envidia conocida,
que no sabe contentarse,
una paz interrompida,
yerba en el alma nacida,
muy difícil de arrancarse.

Es jara en yerba tocada,
aljaba que pare flechas,
una traición embozada,
de contrarios rodeada,
cárcel de dos mil sospechas.

Sello, que donde se sella,
tarde o nunca se desprende,
purga que mata bebella,
y es un fuego que se enciende
de muy pequeña centella.

Es una fuente de enojos,
río de muchas corrientes,
camisa hecha de abrojos,
rejalgar para los ojos,
neguijón para los dientes.

Es una fiera muy brava,
que allá en las entrañas mora,
casa do siempre se llora,
y la verdad es esclava,
y la sospecha señora.

Manjar de ruin digestión,
que mandan que no se coma,
es un pasquin que hay en Roma,
un doméstico ladrón,
de las entrañas carcoma.

Dice un devoto señor,
a quien esta plaga alcanza,
que celos nacen de amor;
y respóndele un doctor:
"No hay amor sin confianza."

Ellos son que es cosa, y cosa
que no se deja entender,
un querer y no querer;
no es rosa ni mariposa,
ni son comer ni beber.

Pero si pensar quereis
más de lo que digo yo,
veréis que no es si ni no,
ni cosa que hallaréis,
porque sola se crió.

No le puso su nombre Adán,
ni ellos tienen haz ni envés;
pero si hallarlos quereis,
sabed, Señora, que están
donde vos tenéis los pies.

La letra adaptada es :

La confianza es amor

No es padre, suegro, ni yerno,
ni es hijo, hermano, ni tío,
ni el mar, arroyo, ni río,
no es verano, ni es invierno,
ni es otoño, ni estío.

No es ave ni es animal,
ni es luna, sombra ni sol,
becuadro, ni bemol,
piedra, planta, ni metal,
ni pez, ni caracol.

Tampoco es noche ni día,
ni hora, ni mes, ni año,
ni es lienzo, seda, ni paño,
ni es latín ni algarabía. (BIS)

Son celos exhalaciones
que nacen del corazón,
es envidia conocida,
hierba en el alma nacida.

No es padre, suegro, ni yerno,
ni es hijo, hermano, ni tío,
ni el mar, arroyo, ni río,
no es verano, ni es invierno,
ni es otoño, ni estío.

Y la verdad es esclava,
y la sospecha señora,
de celos nacen de amor,
no hay amor sin confianza,
la confianza es amor.

Tampoco es noche ni día,
ni hora, ni mes, ni año,
ni es lienzo, seda, ni paño,
ni es latín ni algarabía. (BIS)


Aquí les dejo la estupenda interpretación de Mónica Molina:

sábado, mayo 08, 2010

Genio y figura: Retrato grupal de la cultura peninsular (1870 - 1936)

El escenario peninsular se convirtió en un hervidero cultural desde mediados del siglo XIX. En este panorama se conformaron los grupos artísticos y literarios en los que van a germinar, de forma particular, la principales tendencias creativas del momento. Los vientos generales de Europa llegan a la Península y topan con una grey de geniales personajes que van a hacerlas suyas y a reinventar, cada una a su manera, la forma de contar historias. Es el momento de la Europa de las Generaciones Literarias.

Bajo la definición de generaciones se agrupan, en diferentes momentos, toda una serie de autores, que no se van a ver coartados por un criterio cronológico, sino que serán la evolución de su obra y sus vivencias personales quienes los conviertan en miembros de uno o de varios grupos. Podremos encontrar, incluso, personajes presentes en todos ellos, no como miembros, sino como espectadores, biografos, y cronistas, que si bien tuvieron relación estrecha con sus miembros no pueden considerarse parte de ellos, llegando incluso a autoexcluirse.

Curiosamente, y como venía ocurriendo con otras cuestiones del panorama sociopolítico de ambos países, vamos a encontrar paralelismo y similitudes también en el caso literario y pictórico.


España

La Generación del 98


La Generación del 98 es por excelencia la generación literaria más representativa dentro de la Historia de la Literatura española. El denominador común de este movimiento está en el sentimiento de pérdida tras el Desastre de 1898, con la desaparición de los últimos vestigios del imperio colonial español. A partir de este momento, el Regeneracionismo será la tónica común en todos los autores miembros de este grupo. Será con ellos con quienes aparezca la figura del intelectual como se entiende en la actualidad, que nacerá del pensamiento unamuniano.


Los miembros integrantes de esta generación fueron:

- Ángel Ganivet (1865 - 1898), escritor y diplomático.
- Miguel de Unamuno (1864 –1936), escritor y filósofo.
- Enrique de Mesa (1878 - 1929), poeta y crítico teatral.
- Ramiro de Maeztu (1875 - 1936), escritor.
- Azorín (1873 - 1967), escritor.
- Antonio Machado (1875 - 1939), poeta.
- Pío Baroja (1872–1956), escritor.
- Ricardo Baroja (1871 - 1953), pintor, grabador y escritor.
- Ramón María del Valle-Inclán (1866-1936), dramaturgo, poeta y novelista.
- Ramón Menéndez Pidal ( 1869–1968) filólogo, historiador, folclorista y medievalista.
- Vicente Blasco Ibáñez (1867 - 1928), escritor, periodista y político.
- Jacinto Benavente ( 1866 - 1954), dramaturgo y director, guionista y productor de cine.
- Ignacio Zuloaga (1870 -1945), pintor.
- Isaac Albéniz (1860- 1909), compositor y pianista.
- Enrique Granados (1867 - 1916), compositor y pianista
- Ciro Bayo y Segurola (1859-1959), escritor.
- Manuel Bueno (1873-1936), escritor y periodista.
- Mauricio López-Roberts (1873 - 1940), escritor y diplomático.
- Luis Ruiz Contreras (1863-1953), escritor, traductor y periodista.
- Rafael Urbano (1870-1924), escritor, periodista, helenista, traductor, humorista y teósofo.

Partidarios de la sobriedad y de la reflexión filosófica. Su preocupación por los problemas del país les llevará en un primer momento a buscar las soluciones a las lacras de la España turnista en su europeización, para apostar en una segunda etapa por una introspección y un regreso a las raíces, que dará lugar al casticismo y a una visión tendente al folklorismo bastante enriquecedora. No sólo se busca la reafirmación histórica de la Castilla poderosa, sino que se ensalzan las virtudes de sus gentes y se enaltece e idealiza la diversidad y al belleza de sus paisajes. Esta dualidad filosófica y estética será la que distinga sus obras de la producción modernista (vertiente puramente esteticista de rasgos americanistas con Rubén Darío a la cabeza) y del Regeneracionismo puro (que centrado en la búsqueda de soluciones para la maltrecha situación del país)

La obra de Zuloaga, Mis Amigos, es realmente una visión del panorama cultural español del momento que reune a las principales figuras del 98 con algunos de los más destacados representantes de la siguiente generación.





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La Generación de 1914 y la Tertulia del Café Pombo


La llamada Generación del 14, también denominada en su conjunto como Novecentismo, comparte con el grupo anterior el interés por la renovación del país tras la pérdida de las colonias, pero con la diferencia de que las propuestas de cambio vendrán de la élite, se buscará la apertura, el cosmopolistimo y la transgresión, dejando a un lado todo sentimentalismo. Se define por una profunda ruptura con el pasado, y se entiende como un paso previo necesario a las vanguardias que estaban por llegar ya en la década de los años 20.

- José Ortega y Gasset (1883 – 1955), filósofo y ensayista.
- Eugenio d'Ors (1882 - 1954), escritor, ensayista, periodista, filósofo y crítico de arte.
- Manuel Azaña (1880 - 1940), político y escritor.
- Gregorio Marañón (1887 -1960) fue un médico, científico, historiador, escritor y pensador.
- Rafael Cansinos Asséns (1882 –1964), escritor, poeta, novelista, ensayista, crítico literario y traductor.
- Gabriel Miró (1879 -1930), escritor.
- Ramón Pérez de Ayala ( 1880 - 1962), escritor y periodista.
- Benjamín Jarnés (1888-1949), novelista, narrador de cuentos y relatos breves, ensayista,
biógrafo, crítico literario y traductor.
- Wenceslao Fernández Flórez (1885 - 1964), narrador, periodista y humorista.
- Félix Urabayen (1883 - 1943), periodista, escritor y político.
- Ramón J. Sender (1902 - 1982), novelista.
- Ramón Gómez de la Serna (1888 – 1963), prolífico escritor y periodista vanguardista.
- Juan Ramón Jiménez (1881 – 1958), poeta.
- María de Maeztu (1881 – 1948), pedagoga.
- José Bergamín (1895 - 1983), escritor, ensayista, poeta y dramaturgo.
- Corpus Barga (1887 - 1975), poeta, narrador, ensayista y periodista.
- Rosa Chacel (1898 - 1994), escritora.
- Max Aub (1903 – 1972), escritor hispano-mexicano de origen alemán.
- Francisco Ayala (1906 - 2009), escritor.
- Óscar Augusto del Razo
- Concha Espina ( 1869 - 1955), escritora.
- Salvador de Madariaga (1886 - 1978) fue un diplomático, escritor, historiador y pacifista.
- Ramón de Basterra (1888 - 1928), poeta, diplomático y escritor.
- Claudio Sánchez Albornoz (1893 – 1984), historiador.
- Américo Castro (1885 - 1972), filólogo, cervantista e historiador.
- Pablo de Azcárate (1890 - 1971), político, jurisconsulto, diplomático e historiador.
- Manuel García Morente (1886 – 1942), filósofo.
- Jacinto Grau (1877 - 1958), dramaturgo.
- Josep Carner (1884 - 1970), poeta, periodista, autor de teatro y traductor.
- Óscar Esplá (1889 - 1976), compositor.
- Joaquín Turina (1882 - 1949), compositor.
- Conrado del Campo (1878 - 1953), compositor, violista, director y profesor.
- José Gutiérrez Solana (1886 - 1945) fue un pintor, grabador y escritor expresionista.
- Joaquín Torres García (1874 - 1949), artista plástico y teórico del arte.
- Esteban Cabrera
- Joaquín Sunyer (1874 - 1956), pintor.
- Josep Maria Sert (1874 – 1945), pintor.
- Josep Clarà (1878-1958), escultor.
- Arístides Maillol (1861-1944), escultor.
- Manuel Hugué (1872-1945), pintor y escultor.

Es ésta una generación de escritores más sistemática y científica que la anterior, partidaria del Clasicismo y de la exaltación de la pureza del Arte. Todos ellos van a encarnar a la perfección la recién inventada figura del intelectual. Se trata de un movimiento que tuvo en la capital su principal foco de actividad. Era aquél el Madrid de las tertulias, en donde en cada café y cada rincón parecía surgir un retazo de la bohemia intelectual. Reuniones apasionadas en las que la chispa del intelectualismo, puro y duro, se encendía con facilidad.

El cuadro de 1920 La Tertulia del Café Pombo, es un fiel retrato de este mundo. En él aparecen retratados los siguientes personajes:

- Tomás Borrás (1891 - 1976), periodista, comediógrafo, novelista y autor de cuentos.
- Manuel Abril (1884 - 1943), escritor, periodista y crítico de arte.
- José Bergamín (1895 - 1983), poeta, crítico, ensayista y autor teatral.
- José Cabrero, pintor santanderino.
- Ramón Gómez de la Serna (1888 – 1963), ecritor, creador de un género nombrado por él mismo como 'greguerías'.
- Mauricio Bacarisse (1895 - 1931), poeta, novelista y ensayista.
- José Gutiérrez Solana (1886 - 1945), pintor y autor literario.
- Pedro Emilio Coll (1872 - 1947), escritor venezolano.
- Salvador Bartolozzi (1882 – 1950), pintor y dibujante.

Aunque en el cuadro de Gutiérrez Solana sólo aparecen nueve de sus miembros, la Tertulia del Café Pombo incluía a muchos más escritores y artistas. Gómez de la Serna es una de las figuras más representativas del momento. Hombre polifacético y controvertido será uno de los ejes centrales de las vanguardias en nuestro país.


La influencia del Novecentismo se extenderá hasta comienzos de los años treinta, cuando el surrealismo cope la escena intelectual internacional.



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La Generación de 1927


Reunidos en torno a los actos conmemorativos del centenario de Góngora aparece un heterogéneos de autores y artistas que experimentan con el surrealismo y las vanguardias como el Creacionismo o el Neopopularismo. Aunque principalmente el este grupo estaba compuesto por poetas, no se excluyen de él a novelistas y prosista, ni a pintores y músicos.En los manuales se limita a diez el número de sus componentes, siendo estos: Jorge Guillén, Pedro Salinas, Rafael Alberti, Federico García Lorca, Dámaso Alonso, Gerardo Diego, Luis Cernuda, Vicente Aleixandre, Emilio Prados y Manuel Altolaguirre, que, por otra parte, deben ser considerados el núcleo central, y pueden ser denominados como Grupo Poético de 1927. Sin embargo, la nómina real de integrantes de la Generación del 27 es mucho más amplia, de manera que por orden cronológico estuvieron incluidas en ella las siguientes figuras:

- Rogelio Buendía (1891–1969)
- Valentín Andrés (1891–1982)
- Pedro Salinas (1891–1951)
- Juan Guerrero Ruiz (1893–1955)
- Jorge Guillén (1893–1984)
- Miguel Valdivieso (1897–1966)
- Josep Moreno Gans (1897–1976)
- Antonio Espina (1894–1972)
- Mauricio Bacarisse (1895–1931)
- Rafael Laffón (1895–1978)
- Juan Larrea (1895–1980)
- Gerardo Diego (1896–1987)
- Antonio de Lara (1896–1978)
- José Fernández Montesinos (1897–1972)
- Agustín Espinosa (1897–1939)
- Amado Alonso (1897–1952)
- Gregorio Prieto (1897–1992)
- Dámaso Alonso (1898–1990)
- Juan José Domenchina (1898–1959)
- Concha Méndez (1898–1986)
- Federico García Lorca (1898–1936)
- Vicente Aleixandre (1898–1984)
- Ernesto Giménez Caballero (1899–1988)
- Edgar Neville (1899–1967)
- Paulino Masip (1899–1963)
- Rafael Porlán (1899–1945)
- Emilio Prados (1899–1962)
- Rafael Dieste (1899–1981)
- Francisco Madrid (1900–1952)
- Juan Chabás (1900–1954)
- Guillermo de Torre (1900–1971)
- Alejandro Collantes de Terán (1901–1933)
- Enrique Jardiel Poncela (1901–1952)
- Pedro Garfias (1901–1967)
- Ramón J. Sender (1901–1982)
- Andrés Carranque de Ríos (1902–1936)
- Pedro Pérez-Clotet (1902–1966)
- Rafael Alberti (1902–1999)
- Luis Cernuda (1902–1963)
- Felipe Alfau (1902–1999)
- Luis Amado-Blanco (1903-1975)
- Agustín de Foxá (1903–1959)
- Max Aub (1903–1972)
- José López Rubio (1903–1996)
- Antonio Oliver (1903–1968)
- Alejandro Casona (1903–1965)
- José María Hinojosa (1904–1936)
- Juan Gil-Albert (1904–1994)
- Joaquín Romero Murube (1904–1969)
- José María Souvirón (1904–1973)
- José María Luelmo (1904–1991)
- Ernestina de Champourcín (1905–1999)
- Miguel Mihura (1905–1977)
- Pedro García Cabrera (1905–1981)
- Emeterio Gutiérrez Albelo (1905–1969)
- Manuel Altolaguirre (1905–1959)
- Francisco Ayala (1906-2009) Último miembro de esta generación en fallecer.
- Rafael de León (1908–1982)
- Miguel Hernández (1910–1942)

El grupo se encontraba en su mayor auge creativo cuando estalló el golpe de estado del General Franco y dio comienzo la Guerra Civil en España. El conflicto afectó de lleno al grupo, que quedó dividido, muriendo durante la guerra o en prisión algunos de los personajes más representativos de esta generación, como fue el caso de Federico García Lorca y de Miguel Hernández. La división política llevó al exilio a la mayor parte de los integrantes del grupo, que se repartieron por EE.UU. y América Latina principalmente. Esto supuso la disolución del grupo y la evolución en distintos sentidos de la obra de cada uno de ellos.

El impacto que causó la Guerra Civil Española y posteriormente la Segunda Guerra Mundial en los miembros supervivientes del grupo hizo que se convirtiese en un tema recurrente, junto al sentimiento de pérdida, el exilio interior y la homosexualidad en la obra de estos autores. Se considera a esta etapa la Edad de Plata de la literatura española.



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Portugal


A Geração do 70 y Os Vencidos da Vida


La Geração de 1870 o de Coimbra había nacido por un contacto inicial en el entorno universitario de aquella ciudad. Uno de los rasgos característicos en la literatura de estos jóvenes autores, que pueden sumergirse en el mundo periodístico sin dejar de lado la producción poética o la novela, es plasmar su deseo de aperturismo hacia Europa. Para ellos es la modernidad europea la que salvará al Portugal marchito, atrasado y sometido. Políticos, aristócratas y periodistas que en sus años juveniles se rebelaron contra el Romanticismo literario, que consideraban anticuado. Envueltos en constantes polémicas, las cabezas visibles de este movimiento fueron Eça de Queiroz, Ramalho Ortigão y Antero do Quental.

Al igual que les ocurriría a los noventayochistas españoles, poco a poco la opción europeísta se agota. La disolución moral del país parece agravarse y aquellos jóvenes son ahora personajes de importancia en la sociedad portuguesa que se ven en la obligación de impulsar una dura crítica de las costumbres morales. Pasados los años, será Ramalho Ortigão quien se decida a integrar un segundo grupo, informal, más en consonacia con la nueva óptica de la realidad portuguesa que estos autores habían adquirido con el paso del tiempo y la experiencia. Así nace el grupo de Os Vencidos da Vida, para el cual el pesimismo por la pérdida de identidad del país se intenta combatir con una búsqueda de las raíces, un "reaportuguesamiento". Dentro de su programa, la restauración del prestigio perdido de la monarquía y del rey Carlos I, quien sería miembro honorario del grupo, se presentan como la única solución a los males del país y que conseguría liberar a Portugal de los intereses británicos.

Todos sus miembros habían pertenecido o tenían fuertes lazos con la Geração do 70. El grupo, con sede en el Café de Tavares, estuvo activo desde 1887 hasta 1894, y suscitó muchas envidias y violentas críticas, como las realizadas por el dramaturgo Abel Botelho, cuya obra homónima Os vencidos da vida fue censurada y retirada por difamación.

Este movimiento estaba formado por:

-José Duarte Ramalho Ortigão, (1835-1915), escritor.
-Joaquim Pedro de Oliveira Martins, (1845-1894), político e historidor.
-António Cândido Ribeiro da Costa, (1852-1922), clérigo, orador y político.
-Guerra Junqueiro, (1850-1923), periodista, diputado, escritor y poeta.
-Luís de Soveral, (1851-1922), diplomático
-Francisco Manuel de Melo Breyner, III conde de Ficalho,(1837-1903)
-Carlos de Lima Mayer.
-Carlos Lobo de Ávila, (1860-1895), escritor, periodista, diputado y Ministro de Estado.
-António Maria Vasco de Mello Silva César e Menezes, IX Conde de Sabugosa,(1851-1923), escritor, poeta, diplomático y alto funcionario.
-Eça de Queirós, (1845-1900), escritor, jurista y diplomático.


Fue, sin lugar a dudas, la generación de escritores más importantes de la literatura portuguesa contémporánea y sus nombres pueden incluirse entre los grandes clásicos literarios del siglo XIX.



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O Grupo do Leão (1881-1889)



En relación con el movimiento anterior, O Grupo do Leão tuvo la peculiaridad de ser una tertulia formada exclusivamente por pintores y dibujantes portugueses, introductores y representantes destacados del naturalismo y del realismo pictórico en este país. Recibía su nombre por tener la costumbre de reunirse en la Cervejaria del Leão do Ouro. La fuerza pictórica de algunas de su obras retrata la esencia más tradicional y representativa del Portugal de finales del siglo XIX.


El grupo estaba formado por trece pintores: Henrique Pinto, José Malhoa, João Vaz, Silva Porto, António Ramalho, Moura Girão, Rafael Bordalo Pinheiro, Rodriges Vieira, Ribeiro Cristino, Alberto d'Oliveira, Columbano Bordalo Pinheiro, António Monteiro y Cipriano Martins. Así lo retrató, en 1885, Columbano Bordalo Pinheiro.


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