Visitando la villa de Toro este fin de semana, además de sus fantásticos monumentos, me he llevado una grata sorpresa, mejor dicho, más de una, pues simplemente la visita a la Colegiata y a su fantástico pórtico que conserva la policromía gótica ya son un regalo. Por no hablar de haber podido ver una pieza como "La Virgen de la Mosca", o de lo que supone un paseo por sus calles. Pero la mejor sorpresa de este estupendo viaje ha sido el "encontrarnos" con la figura de Doña Teresa Gil.
Esta dama portuguesa fue amante de Sancho IV, y Ricahembra de Castilla, señora de Zaratán y Arroyo, y mujer que gozó de la estimación de la corte castellana. De origen noble pero ilegítima, algunos la consideran hija de un noble portugués que se había ganado la confianza y el aprecio de Alfonso X; para otros habría sido una de los numerosos hijos ilegítimos del rey portugués Afonso III. La realidad es que esta mujer pasó el resto de su vida en tierras castellanas, pues se tiene constancia de su presencia en la corte en 1276. Doña Teresa falleció en 1307 y había establecido, entre sus muchas mandas testamentarias, la fundación del Convento de las Madres Dominicas de Sancti Spiritus en Toro, donde dispuso que se la enterrase en el coro, como ocurrió en 1345, cuando se produjo el traslado definitivo de sus restos desde el monasterio de Santo Domingo de Zamora.
En su sepulcro descansaba, pese a la profanación que había sufrido en 1868, y tras la restauración por parte de la Escuela Superior de Conservación y Restauración de Bienes Culturales, se pueden apreciar sobre el sarcófago los restos de las pinturas y la imagen de una procesión o cortejo fúnebre. En 2002, cuando se procedió a la exhumación se encontraron con la sorpresa de que el cadáver de la gran dama portuguesa estaba momificado y sus ropas se conservaban en bastante buen estado, pese a llevar enterrada casi 700 años. Recuperadas todas las piezas para su restauración, por parte del Departamento de Tejidos del Instituto del Patrimonio Histórico Español (IPHE), se volvió a dar sepultura a Doña Teresa con un hábito dominico.
Las piezas, una vez restauradas se pudieron admirar en el Museo del Traje en su vitrina Tesoros del pasado, en 2007, pero actualmente ya se encuentran en el museo del Convento de Sancti Spiritus, donde hemos podido verlas.
El estado de conservación de las prendas es increíble y el trabajo de restauración ha sido muy minucioso. Un vestido de seda verde impresionante, como se puede ver por las imágenes, que nos permite imaginar a la gran dama, paseando por el recinto, que no pudo ver construir en vida. La importancia de esta hallazgo reside en que es una pieza única que nos permite conocer la vestimenta de las mujeres de la alta nobleza castellana de comienzos del siglo XIV. Destaca también una particularidad de nuestra protagonista, y es su altura. Con 1,64 m Doña Teresa era una mujer muy alta para la época, si a esto le añadimos el uso por parte de las damas de chapines de corcho altos, para sus contemporáneos la portuguesa debía ser una mujer imponente.
Junto a esta prenda se conservan la camisa (ropa interior), algo más dañada; los guantes de piel de cabritilla; el tocado de la cabeza; parte de un pequeño cojín, las tiras de piel de cabra que cubrían las piernas haciendo las veces de medias y una pieza muy característica de las mujeres de rango que a modo de chaleco cubría el vestido.
Un testimonio fascinante de la vida cotidiana de hace casi siete siglos.
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La nota personal:
Mi más sincero agradecimiento a Sor Lola, y a todas las hermanas, por la estupenda visita al Museo y la estancia.
Para más información: http://monasteriosanctispiritus-toro.blogspot.com/
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