Es bueno en esta profesión seguirse sorprendiendo con lo que descubrimos día a día. Hace un par de tardes me hablaron de un libro sumamente curioso no sólo por su temática, sino por la fecha de publicación. Se trataba de "El ente dilucidado. Discurso único novíssimo que muestra ay en naturaleza animales irracionales invisibles y quales sean" que se dio a imprenta en 1676, siendo nada más y nada menos obra del capuchino Fray Antonio de Fuentelapeña (en el siglo Rafael Elías de Arias y Porres), (1628-1702) zamorano e hidalgo de nacimiento, que había sido Provincial de su orden en Castilla (1).
Ya hemos hablado otras veces de la percepción literaria que hay, sobre todo en el siglo XVII, del fenómeno o del monstruo, pero hasta ahora no habíamos hablado de ningún ejemplar "cientifista", pues el autor trata de fundamentar su testimonio en fuentes antiguas aceptadas como válidas por los hombres de ciencia de su época. Y es que resulta muy llamativo que en Castilla en pleno siglo XVII sea un fraile el que se ocupe de estudiar fenómenos naturales y "sobrenaturales" del más variado género, como la existencia de duendes o la percepción de los animales y algunos actos dignos de mención. Valgan como muestra para entender el tono de este libro un par de fragmentos:
De los fantasmas en los ciminterios (fuegos fatuos) :
"Confirmase lo quinto: porque de los cuerpos difuntos enterrados de poco tiempo, suelen salir semejantes fumosidades, que encendidas con el antiparistasis se ven sobre los sepulcros clarificadas (...) Y el que tomen la proporción del cuerpo humano en la estatura, prouiene, o ya porque dichas exhalaciones tienen propensión simpática, a tomar cada una el lugar que le toca, según el miembro de quien se originaron, o porque (y es lo más seguro) según la cantidad que de un cuerpo puede salir solo piden semejante proporción(...)" pp. 460-461.
Duendes, trasgos y otras acepciones:
"(...) Supongo lo tercero, que a estos duendes, en Castilla les llaman Trasgos; en Cataluña, Folletos, que quiere decir espíritus locos (...)"p. 43.
Lo cierto es que tuvo bastante repercusión y creo cierta polémica. La respuesta airada y burlona del capitán Don Andrés Dávila Heredia no se hizo esperar, aunque tuvo poca tirada. Su libro en el que tachaba al padre capuchino de trivialista, vacío y vanal, ya que "la materia de duendes, ni es material, ni corpulenta", parecía ofenderle al militar el planteamiento como si se tratase de una obra científica de aquellos temas (2). Pero no sólo tuvo detractores, el escritor Juan de Varela diría de él que "no hubo jamás ingenio más invencionero ni atrevido, ni memoria más rica de erudición, ni desenvoltura científica más grande". Tanta será la admiración de Varela por el fraile zamorano que le convertirá en un personaje central de su relato El duende beso (1897) y le menta en otras de sus obras como Las ilusiones del doctor Faustino (1875). También A. Castro hablará de él en el prólogo del LXV volúmen de la BAE y en 1860 el Catálogo bibliográfico biográfico del teatro antiguo español de Cayetano de la Barrera, decía en la entrada dedicada al propio Dávila, el "famoso libro del padre Fuente la Peña (tan apreciado y buscado modernamente por los filósofos alemanes)" (3).
Notas:
(1) Una biografía más amplia y detallada puede encontrarse en la web de la localidad de Fuentelapeña.
(2) Para ampliar la información sobre este libro debe consultarse el blog de Diego Mallén.
(3) C. Barrera. Catálogo bibliográfico y biográfico del teatro antiguo español. Desde sus orígenes hasta mediados del siglo XVIII. Madrid, Imprenta de M. Rivadeneyra, 1860. p. 121
Para consultar las obras en edición facsímil:
- Fray Antonio de Fuentelapeña, El ente dilucidado (1676)
- Andrés Dávila, Respuesta de Don Andrés Dávila al libro el Ente dilucidado (1677)
2 comentarios:
Interesantísima entrada sobre una obra extremadamente singular.
¡Muchas gracias por la referencia a mi Blog!
Cordiales saludos,
Diego
Muchas gracias, Diego. La verdad es que un libro muy curioso. Por cierto, enhorabuena por tú blog.
Un saludo, y gracias por serguirme.
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