Cuando hablo de teatro en este blog, normalmente, me centro en obras clásicas o en piezas con una relación directa con algún aspecto social de la Historia. En esta ocasión, aunque alguno proteste la relación, La avería, basada en la adaptación de un cuento del escritor suizo Friedrich Dürrenmatt, realizada por Fernando Sansegundo y dirigida por Blanca Portillo. Sinceramente, y más allá de mi admiración por Blanca Portillo que una vez más nos regala un trabajo excelente, esta obra tiene una hondura que invita a la introspección.
La reflexión, mejor dicho, las reflexiones que esta pieza le presenta al espectador son lo suficientemente profundas para no dejar a nadie indiferente. De la risa al llanto en segundos, pura emoción contenida que se desborda por momentos, mucha ironía, y pinceladas de ternura trémula. El aislamiento, la Justicia, la Vejez y la velocidad y la competitividad de la sociedad actual son algunos de los temas principales de esta fantástica pieza que te engancha desde el primer momento, transportándote hasta un escenario entre lo mágico y lo real. Un viaje fascinante. "Ley y Justicia no son lo mismo" es una de la frases que presiden y que mejor encarnan la esencia de este montaje. "¿Existe la casualidad o es el Destino?"
En una sociedad como la nuestra donde todo va demasiado rápido y la competencia es feroz, parece que cuando se llega a una edad lo único que importa es si se puede seguir o no el ritmo. No importa ni la experiencia, ni la capacidad ni la perspectiva. ¿Hasta qué punto puede equivocarse alguien a causa de una primera impresión y de este tipo de prejuicios sociales? ¿Nos "autoengañamos"? ¿Hasta qué punto somos innecesariamente crueles? ¿Podemos soportar la realidad y el golpe de la realidad?A todos estos interrogantes contesta La avería, y nos deja sumidos en un profundo impacto que nos obliga a mirar en nuestro interior. La reflexión se hace necesaria.
No puedo quedarme sólo con una de las actuaciones. Sólo se les puede felicitar por un trabajo tan bien hecho. Todos están espléndidos. Daniel Grao pasa de un estado a otro con una facilidad pasmosa, tanto que a veces sobresalta; Fernando Soto es la ternura y la razón; y José Luis Torrijos, inmenso en todos los sentidos. Con Asier Etxeandia, uno vibra y teme, y se enternece por momentos, es la fuerza sobre el escenario. De Emma Suárez y de su presencia mística, qué más se puede decir. Y de José Luis García Pérez, que para el espectador es más que verdad sobre el escenario.
Más que recomendable... cita obligada. Un imprescindible de esta temporada, que se recordará mucho tiempo.
La obra estará en las Naves del Español en Matadero, Madrid, hasta el 24 de abril.
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