Alfonso XIII (1886-1941) había nacido rey debido a la muerte de su padre. En este hijo póstumo puso la Corona española sus anhelos. Si sumamos el período de la regencia de su madre María Cristina de Habsburgo-Lorena (1858-1929) y su reinado efectivo hasta 1931 tendremos ante nuestros ojos una parte clave de la Historia de nuestro país.
1902 Jura del rey Alfonso en su mayoría de edad.
Tenía el príncipe 16 años cuando se le consideró mayor de edad y se le proclamó rey. Tras una larga regencia la reina viuda veía cumplidos sus deseos y su misión como madre y gobernadora, había tenido que enfrentarse al fracaso en Cuba y había sido testigo de la decadencia del Turnismo. Ahora muerto Cánovas (asesinado en 1897) y con Sagasta gravemente enfermo, la estabilidad política estaba en manos de Eugenio Montero Ríos (Partido Liberal) y de Francisco Silvela (1843-1905), quien más tarde dejaría paso al liderazgo de Antonio Maura (1853-1925).
Boda de Alfonso XIII y María Eugenia de Battenberg (1906)
Con veinte años el rey escogió esposa entre toda la pléyade de princesas europeas, y la afortunada fue una de las nietas de la reina Victoria I, la princesa Victoria Eugenia de Battenberg (1887-1969), mujer de carácter. La reina se iría distanciando poco a poco del rey, debido a sus constantes escarcéos amorosos y se refugió en el lujo y las joyas, una actitud muy criticada por el pueblo.
Atentado contra los príncipes
La celebración del enlace no estuvo exenta de sobresaltos. El anarquista Mateo Morral atentó con una bomba contra la comitiva real. Hubo casi una treintena de muertos.
El rey en uno de sus viajes
Tras su coronación, Alfonso realizó una serie de viaje por Europa, que le llevaron a visitar las principales cortes europeas.
Funerales de José de Canalejas (1912)
Canalejas (1854-1912), lider del Partido Liberal desde 1905, había sido un agente activo en la política española desde su entrada en el partido de Sagasta, y en 1912 era presidente del gobierno. Su actuación para reprimir la huelga ferroviaria y los sucesos de Cullera y del Acorazado Numancia, el año anterior, había mermado su popularidad y le había colocado en el punto de mira de los anarquistas. Manuel Pardiñas fue la mano ejecutora. La polémica por el asesinato fue tal que desde ABC se llego especuló con la implicación indirecta de Blasco Ibañez, republicano, al menos como instigador por su obra literaria (en concreto La Catedral).
Funeral por Eduardo Dato (1921)
Como había ocurrido con Canalejas, Eduardo Dato, su sucesor al frente del partido, en 1921 presidente, fue también asesinado. Era el segundo político que moría en menos de diez años. La situación política se agravaba por momentos, y el desastre en África había causado una gran conmoción.
La "mejor cara de la Monarquía"
Se acusaba al rey de disipación y ala clase política de mirar en beneficio propio. Las voces regeneracionistas se habían apagado entre sus filas, al menos de forma efectiva, y ahora la reacción iba a venir, como había ocurrido en el siglo XIX, del ejército. Los militares tenían la palabra y no iban a dudar en emplear todas sus armas para hacerse oir. El 13 de septiembre 1923, el General Primo de Rivera (1870-1930), con la aprobación real, dará un golpe de Estado que instaurará una dictadura militar.
La Unión patriótica según Primo de Rivera (1924)
La creación de la Unión Patriótica, partido único, en el que se centraría todas las capacidades para gobernar el país y del que se nutrirían todos los órganos de gobierno, pese a estar inspirado en las doctrinas del partido único totalitarias (especialmente en la Italia de Mussolini), parecía tener un carácter más integrador y su carácter oportunista lo convertía en una herramienta sin apoyo real fuera del gobierno.
Imágenes del General Primo de Rivera
Discurso de Miguel Primo de Rivera
La vehemencia del General y su discurso regeneracionista serían la piedra de toque de la organización política tanto del Directorio Militar como del Directoria Civil. Apartada la clase política, recuperado el discurso conservador y controlados, o reprimidos, los agentes opositores, Primo se embarcó en la tarea de la modernización del país y aumento la presencia en Marruecos. Esta política en favor de la industria y la bonanza económica de los "felices años veinte" facilitaron la labor del dictador durante los primeros años. Aún así se dejaron oír voces en contra como la de Maura o la de Unamuno, quien condenado al exilio, le dedica sarcásticas diatribas en su obra "De Fuerteventura a París".
Himno de la ciudadanía
1928 Discurso de Primo de Rivera
Primo está enfermo, serán los últimos años de su gobierno, había sobrevivido a la cosnpiración de 1926, La Sanjuanada, pero la falta de confianza del rey y la creciente oposición pesaban cada vez más en el ánimo ya mermado del dictador. Muy enfermo se retiraría dos años después en 1930, muriendo unas semanas más tarde.
Discurso en la inauguración de la Ciudad Universitaria (1929)
Durante la Dictadura de Primo, el rey queda como una figura institucional, sigue desempeñando un papel casi ornamental, pues el poder efectivo se mantiene en manos del Directorio. La situación iría cambiando a medida que empeoraba la salud del General Primo de Rivera. Y tras su muerte, los sucesos de Jaca (1930) habían reafirmado la delicada situación política y la cada vez mayor oposición al régimen. En los últimos años, el rey había intentado tomar una postura conciliadora intentando atraer a los intelectuales y prometiendo un cambio y un retorno al régimen constitucional, para ello había confiado en el General Dámaso Berenguer. Con él, el país viviría la llamada "Dictablanda", que había nacido como transición política.
La reina Victoria Eugenia en al procesión del Domingo de Ramos (1931)
En los días previos a las elecciones municipales de abril de 1931, pese a la agitación política y social, los reyes mantienen su actividad normal. La Dictablanda está en sus últimos momentos y los republicanos se hacen fuertes entre una población urbana que aumenta día a día.
Alfonso XIII marcha al exilio
Después de los resultados de la elecciones de 1931 y la proclamación de la II República con la victoria republicana en las principales ciudades, el rey abandona el país, renunciando a la jefatura del Estado, pero sin haber abdicado de manera formal. Apelando en su manifiesto del 13 de abril a la necesidad de evitar una guerra civil. Permanecería diez años en el exilio hasta su muerte en 1941.
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