miércoles, noviembre 03, 2010

Lo relativo de la memoria de las masas


No es la primera vez que en este espacio abordamos este tema, pero la reciente lectura del artículo de Enrique Moradiellos sobre el doctor Juan Negrín me ha servido como pretexto para reflexionar sobre las peculiaridades de la memoria colectiva.

La masa es ese ente irracional de voz unánime, cuyas pasiones se inflaman y se disipan por medio de la publicidad. Detrás de cada recuerdo colectivo hay un interés casi individual. No se trata de hablar de una teoría de la conspiración, ni mucho menos, pero es indudable que el olvido acecha, y los tópicos son la materia prima de esta memoria de masas que cada vez más tiende al maniqueismo y a la materialidad. La memoria de las masas es, por principio, demagógica. La masa por su ireflexión es una víctima más de la publicidad engañosa.

Si ya el recuerdo individual es frágil y manipulable, ¿qué no será el tópico?. La masa, ser visceral donde los haya, es una comunión que deshumaniza al individuo y lo convierte en una pieza más de un engranaje mayor. Pero no nos engañemos, verse envuelto en este proceso cuasi mecanicista no nos exime de participar de la vorágine.

Para el historiador la subjetividad es un obstáculo, asumido en cierto grado, y combatido hasta donde los límites de nuestro ser social nos permite. Acostumbrado a lidiar con estos estereotipos, que se encarnan en las leyendas negras que vox populi se perpetuan siglo tras siglo, a contestar con datos y hechos la eterna letanía de algunos de sus interlocutores que armados con una flasa verdad universal sentencian ex catedra, el investigador lucha por sacar a la luz aquellos aspectos que devulven la humanidad y la realidad al recuerdo para rescatarlo del olvido, aunque sea con cuentagotas. Es un continuo proceso de revisión, que no de revisionismo, pues los -ismos son extremos, y no es bueno dejarse llevar por las visiones parciales.

No existe una única causa para un efecto, a veces ni siquiera se da un proceso causa-efecto como el que definimos categóricamente, no hay opiniones únicas, ni perfectos. La infalibilidad se da de bruces con el porcentaje y el 0,001% de error. Escuchemos al sentido común y a la Historia.

Reflexionemos.

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