Hace casi 30 años la portada del ABC del 8 de Octubre de 1981 tenía como titular "Desconcertante calma en Egipto", las portadas de todos los períodicos internacionales de mañana no habrán sido consecuencia de nada parecido, muy al contrario responderán al triunfo de un pueblo, el egipcio, que se ha echado a las calles para pedir, para exigir un cambio justo y una nueva oportunidad.
La "calma" de aquella transición dramática se transformó en gobierno tiránico, paternalista, algo que algún analista avispado habría previsto, o ¿no?. ¿Cuántas veces a posteriori hemos visto un hecho claramente que en un principio nos parecía lejano, imposible o al menos improbable?
Una vez liberado Egipto, el pueblo es dueño de su destino, aunque sea incierto, al menos está en sus manos.
Alguien puede tachar estas líneas de pesimismo, no se trata de eso, se trata de un punto de realismo y de una acuciante necesidad de perspectiva. Deformación profesional. Ese es el principal "problema" que tenemos los historiadores, algo que ya se ha comentado aquí, en este blog, muchas veces. Hay un dicho que dice "la historia de un soldado se escribe en tiempos de sus nietos". Mientras la noticia está viva, candente, todo comentario, todo análisis será periodismo; una vez se enfríe, que lo hará; parezca morir, sólo parezca; y quede latente, será campo de la Historia. Todo proceso es demasiado complejo para que no existan los "peros", pero eso no quiere decir que no haya que reclamar y defender su importancia desde un primer momento, sólo hay que dejar claro que esto es sólo el principio. El Principio con mayúsculas.
La Historia está llena de claroscuros, no existen únicamente el blanco y el negro, hay toda una escala de grises y se necesita una óptica tridimensional para comenzar a entender un proceso del pasado. La suerte de Egipto está echada. El pueblo vuelve a escribir su destino, y espero que puedan desterrar de su mente el terrible interrogante de "¿por cuánto tiempo?.
Fuera brumas, fuera temores. Ahora sólo hay que seguir adelante. Amanece.
La "calma" de aquella transición dramática se transformó en gobierno tiránico, paternalista, algo que algún analista avispado habría previsto, o ¿no?. ¿Cuántas veces a posteriori hemos visto un hecho claramente que en un principio nos parecía lejano, imposible o al menos improbable?
Una vez liberado Egipto, el pueblo es dueño de su destino, aunque sea incierto, al menos está en sus manos.
Alguien puede tachar estas líneas de pesimismo, no se trata de eso, se trata de un punto de realismo y de una acuciante necesidad de perspectiva. Deformación profesional. Ese es el principal "problema" que tenemos los historiadores, algo que ya se ha comentado aquí, en este blog, muchas veces. Hay un dicho que dice "la historia de un soldado se escribe en tiempos de sus nietos". Mientras la noticia está viva, candente, todo comentario, todo análisis será periodismo; una vez se enfríe, que lo hará; parezca morir, sólo parezca; y quede latente, será campo de la Historia. Todo proceso es demasiado complejo para que no existan los "peros", pero eso no quiere decir que no haya que reclamar y defender su importancia desde un primer momento, sólo hay que dejar claro que esto es sólo el principio. El Principio con mayúsculas.
La Historia está llena de claroscuros, no existen únicamente el blanco y el negro, hay toda una escala de grises y se necesita una óptica tridimensional para comenzar a entender un proceso del pasado. La suerte de Egipto está echada. El pueblo vuelve a escribir su destino, y espero que puedan desterrar de su mente el terrible interrogante de "¿por cuánto tiempo?.
Fuera brumas, fuera temores. Ahora sólo hay que seguir adelante. Amanece.
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