martes, agosto 11, 2009

Prototipos. Reflexionando sobre la historiografía actual

Hace ya tres años, al comienzo de la andadura de este blog, hablé brevemente de algunos prototipos pictóricos y sociales. Hoy, y después de muchas reflexiones, me dispongo a dar una vuelta de tuerca más en el discurso historiográfico que en este blog emprendimos desde su inicio. Si en los post anteriores apuntábamos las carencias que había producido en la historiografía actual el proceso de asunción y somatización de la eterna crisis historiográfica, ahora es otro aspecto el que requiere nuestra atención. Se trata de la entidad del "prototipo".

Como si del mito de la caverna se tratase, y adaptando la teoría platónica, todos, sin excepción alguna, asociamos una imagen prototípica a un concepto, y esa, y no otra, será nuestra primera referencia mental y de ella dependerán, de un modo u otro, nuestras reacciones y la relaciones directas o indirectas que establezcamos a través de ella articulando nuestro pensamiento. Esto ocurre con la totalidad de los conceptos, hasta con aquellos que suponen un grado muy elevado de abstracción. Es decir, que el concepto "Uno", siendo el mismo para todos, no se nos presentará, figurativamente hablando, del mismo modos, ocurriendo que ese "Uno" genérico y esencial, se manifestará en una infinidad de "Unos" diferentes, que no por ello dejarán de ser la misma cosa...

Esto no es más que un resumen del proceso cognitivo y de las asociaciones propias del mismo, podríamos citar a una infinidad de autores, sumergirnos en una discusión bizantina y volveríamos al inicio de esta simplificación, pero ese no es el objeto de estas líneas. Tampoco lo es facilitar una base de apoyo a vertientes postmodernistas que se fundarán en esta multiplicidad aspectual para relativizar el discurso. Esta disertación se centra en una cuestión meramente figurativa, cuasi morfológica de un aspecto simple, o quizás no tan simple, pero que se aleja mucho de ese propósito "ultrarrelativizador".

Pues bien, al igual que existen estas ideas o conceptos esenciales y sus correspondientes transfiguraciones particulares, prototipos al fin y al cabo, hasta hace unos años, ocurría algo muy similar con las escuelas historiográficas, sólo que en este caso no hablábamos de mentes individuales, sino de una mente colectiva, la que deriva del ámbito universitario y del academicismo. La mayor parte del alumnado asumía que la esencia de cada una de estas escuelas, con sus postulados, su metodología, y su medio natural de estudio, tenía como representación mnemotécnica, una o varias personalidades relevantes, así desfilaba en nuestros apuntes y bibliografías toda una ilustre pléyade, bien pertrechada, que nos daba seguridad y nos permitía establecer comparaciones y debatir personalizando. Pero hete aquí que con la caída de las grandes escuelas, los prototipos se difuminan, y sólo quedan las etiquetas, mucho más peyorativas, armas arrojadizas del diálogo de un diálogo de sordos que parece no tener fin. Para mayor confusión, aquellas figuras que aún resisten, por la naturaleza de la vida humana, van desapareciendo paulatinamente, y con ello descubrimos que no hay relevo, al menos no con la suficiente entidad para aglutinar aquella mezcla de veneración y repulsión que a grandes rasgos producían las actuaciones de estos maestros. Primero cayeron los conceptos y ahora desaparecen las representaciones que de ellos quedaban.

¿La perspectiva futurible...? Señores, recuerden que en esta profesión debe imperar el criterio científico y el rigor, y en honor a la verdad, debemos asumir que el historiador no es un adivino, ni puede predecir reacciones o consecuencias futuras del proceso histórico. En resumen, que estas líneas son únicamente una reflexión, una descripción desnuda, dentro de los límites que la objetiva humana permite, de una realidad tangible y observable. Una reflexión, y por ende, un recordatorio.




1 comentarios:

Carlos Marín dijo...

Genial post, de veras.