Voces como la de Doña María de Molina, reina de León, se alzan desde los versos del teatro del Siglo de Oro para reivindicar el valor de las mujeres que han poblado la Historia, de aquellas que conocemos su vida y de aquellas otras de las que ni siquiera sabemos sus nombres.
"Si porque el Rey es un niño
y una mujer quien le ampara,
os atrevéis ambiciosos
contra la fe castellana;
tres almas viven en mí:
la de Sancho, que Dios haya,
la de mi hijo, que habita
en mis maternas entrañas,
y la mía, en quien se suman
esotras dos: ved si basta
a la defensa de un reino
una mujer con tres almas.
Intentad guerras civiles,
sacad gentes en campaña.
Vuestra deslealtad pregonen
contra vuestro Rey las cajas;
que aunque mujer, yo sabré,
en vez de las tocas largas
y el negro monjil, vestirme
el arnés y la celada.
Infanta soy de León;
salgan traidores a caza
del hijo de una leona,
que el reino ha puesto en su guarda;
veréis si en vez de la aguja,
sabrá ejercitar la espada,
y abatir lienzos de muros
quien labra lienzos de Holanda"
Acto I, La prudencia en la mujer. Tirso de Molina
La incógnita femenina en la Historia es una tragedia que la historiografía lleva apenas unas décadas desentrañando. Sin embargo, cada vez son más las voces que nos descubren el papel fundamental que en lo cotidiano y en lo extraordinario ha jugado el género femenino en el desarrollo de la Historia.
Hoy, Día Internacional de la Mujer, valgan estos fantásticos versos como homenaje a todas las "leonas" que, "trabajadoras" o no, han luchado, luchan y lucharán por poner su granito en la lucha por defender los derechos de la mujer.
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