lunes, octubre 24, 2011

Vamos de Cine: "La Voz dormida"



Son más de las cuatro de la mañana cuando escribo esto. Acabo de terminar de leer una de mis novelas favoritas, La voz dormida, de Dulce Chacón, la misma que ha adaptado Benito Zambrano y que se ha estrenado esta semana.
No se trata sólo de un tic profesional (es lo malo que tenemos los historiadores) lo que me llevó a leer este magnífico libro, son unas cuantas las veces que lo he leído, en horas apenas, porque la obre de Dulce Chacón tiene es cualidad, se hace fácil de leer, casi como respirar, y te atrapa y se te mete en las venas, y sufres y lloras con sus personajes, porque son más que personajes, sabes que son personas, quizás tuvieran otros nombres, o fuesen más de una persona, pero lo sabes reales, tangibles, los sabes Historia.


La voz dormida es el retrato descarnado de la lucha de los sometidos en la posguerra, es la viva imagen del sufrimiento de los presos políticos de la Dictadura, de la injusticia, de las condenas sumarias, y del silencio que impone el miedo, pero lo es también de la rabia, de la lucha continua y de la esperanza. Lo que después de mucho tiempo,porque según el propio director este ha sido un proyecto pergeñado desde hace mucho, ha conseguido Zambrano, que ya nos enamoró con Solas, allá por 1999, es, aun modificando y refundiendo algunas partes de la historia, terminar de poner rostro a los seres verdaderos que pueblan las páginas de este libro. Y no era fácil conseguir trasladar esa sensación que Chacón nos había trasmitido en la novela, como a través del ambiente de una cárcel de mujeres en la primera posguerra habíamos tocado un poco la miseria del universo, más bien de lo miles de pequeños universos, que el monstruo de la guerra y la represión habían dejado, una realidad de penas, silencio y medias sonrisas, que convivía con la brutalidad y el absurdo que se llegaba a rozar por la supervivencia. Y Zambrano lo consigue, con una naturalidad pasmosa, que te va llevando de la sonrisa, al llanto, y de ahí a la carcajada, la indignación o la emoción más viva, como la vida, porque al fin y al cabo lo que este guión recoge es eso, la vida, aun en las situaciones más difíciles, terribles y descarnadas, la vida que se impone, tarde o temprano, pero se impone.

Es esta una adaptación que en las salas ha arrancado el sincero aplauso del público, con unas actuaciones que se hacen verdad y nos emocionan, como la de María León (justamente premiada con la Concha de Plata en San Sebastián), o Daniel Holguín, que nos enamoran como la Marc Clotet; o la Inma Cuesta, "purito" coraje en pantalla. Sin poder dejar de mencionar al resto del reparto con un Jesús Noguero espléndido, viva encarnación de la culpa, o la contención de la compasión de Ana Wagener, o la ternura de Lola Casamayor, por no decir del buen hacer de todo el elenco de funcionarias carcelarias y presas.

Nadie que haya leído el libro puede haber quedado indiferente ante su historia, nadie que haya visto la película dirá que no le ha hecho justicia. Emoción y recuerdo. Sigue siendo una petición de justicia y una negación del olvido. Muchas tragedias personales que se pueden ver reflejadas, muchas desgracias que no debieron haber ocurrido.

Más que muy recomendable lectura y película, la reflexión posterior la dejo en sus manos.

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