Si para António Feliciano de Castilho Geraldo era mejor representación de la voluntad del héroe y su historia merecía ser cantada con la mejor prosa romántica, la visión histórica de este personaje elaborada por historiadores y eruditos portugueses contemporáneos de Castilho era menos halagüeña. Para J. P. Oliveira Martins ( 1845-1894), Geraldo no era más que un capitán de “uma das muitas companhias de bandidos que batalhavam por conta propria, sem noção de patria a que pertenssecem nem religião que seguissem. Tinham por culto apenas a ladroagem, e adoravam o deus do estupro, do saque e da matança.”
De acuerdo que la conquista de Évora había sido una hazaña, sin embargo Oliveira Martins se escuda en la falta de una táctica militar que permitiese a la mayoría de estos capitanes mantener sus conquistas, y en la diversidad de hombres (cristianos y musulmanes) que formaban sus tropas. Además estaba la cuestión de la moralidad de los actos de estos hombres tan negativamente descritos que no podían encajar con una mentalidad cientifista y ordenada como la de Oliveira Martins. Para él los héroes de la patria no pueden ser ni mucho menos aquellos que él mismo ha definido como hombres sin moral y apatridas dedicados al beneficio propio. Geraldo no es en las páginas de su História de Portugal el caudillo que presentaba Castilho en su relato, sino que se ha convertido en un personaje coral que participa del impulso del rey Dom Afonso Henriques.
Alexandre Herculano (1810 - 1877) va incluso un paso más allá refiriéndose a él como “o salteador Giraldo” siendo está la única mención en su História de Portugal sobre el gran soldado.
Triste es que una figura de importancia para la expansión portuguesa se convierta a ojos de una Historia crítica en un simple personaje coral. Este fue el principal mal que afectó a los estudios sobre Geraldo y por lo que no se le dio la importancia histórica real que aquel capitán guerrero tenía. Puede parecer singular al lector la divergencia entre ambas visiones de un mismo personaje, pues en la memoria colectiva popular Geraldo era un héroe, mientras que para la Historia decimonónica no era más que un bandido o un personaje ambicioso y sin escrúpulos propio del periodo de la Reconquista.
Curioso resulta también comprobar el juicio crítico de dos autores tan eclépticos y versátiles como Herculano y Oliveira Martins, pero cabría decir que en el siglo de los nacionalismos esta historia criticista trataba de conseguir que la solidez de los héroes patrios no pudiera ser puesta en duda. En el caso de Oliveira Martins conocido por su liberalismo y la tendencia socialista de su obra su aversión al personaje puede explicarse desde la lógica crítica del autor que realiza un análisis sumamente humano de los grandes personajes presentando generalmente sus defectos, parece que no sólo en un afán de historiar sino de ilustrar su humanidad y denunciar sus errores. Todo ello desde un espíritu historicista en evolución marcado por el racionalismo y la observación de la sociedad.
Una vez más, Historicismo y Romanticismo chocan para ofrecernos dos versiones de una figura de relevancia para la Historia de Portugal.
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